Una excelente marcha, muy apropiada para el mes de junio, pues transcurre todo el tiempo entre denso arbolado, principalmente formado por los altos y afamados pinos de Valsaín. Salimos desde el pequeño aparcamiento situado en el Puente de la Cantina (en el PK. 17 de la carretera que va del Puerto de Navacerrada a La Granja de San Ildefonso). Habíamos quedado a las 09:15 y estaba bastante lleno. De hecho, después de nuestros coches ya no quedaron más plazas. Como el recorrido circular pasa por Boca del Asno, existe la alternativa de iniciar la marcha en este lugar, que dispone de un amplísimo aparcamiento.
El puente, de arco único de medio punto, fue construido por Juan de Villanueva, en 1778, por orden de Carlos III para unir la Corte de Madrid con el palacio de San Ildefonso. Por aquí cruzaban los carros del vino, que descansaban en la venta de la Cantina, hoy desaparecida, situada en las inmediaciones.
Se unieron a la marcha dos amigas (Begoña y Mila) y un amigo (Luis) de Luisco y Teresa, una gran aportación que confiamos en que se sumen a futuras marchas tempoandantinas.
La marcha se inició con una pronunciada y larga pendiente a la derecha, hasta alcanzar una pista situada 200 m. por encima del lugar de salida. Una vez en la pista, seguimos un tramo hasta tomar un desvío no señalizado a la izquierda que se internaba en el bosque, sobre un extenso manto de verdes y frescos helechos, con la pretensión de alcanzar la singular peña denominada Cojón de Pacheco, cosa que logramos gracias a la experiencia y habilidad de nuestros dos guías, Luisco y Miguel. Una vez realizadas las fotos correspondientes (obsérvese que Jose L. estaba de forma telemática, a través del móvil de Julia, debido a su pronunciada tendencia a perderse), proseguimos el descenso hasta cruzar la carretera y alcanzar el Puente de Navalacarreta, sobre el río Eresma, bella construcción también debida a Juan de Villanueva, olvidado entre la espesura, que consta de tres ojos de diferentes dimensiones.
Desde aquí ya el camino transcurre todo el tiempo por la orilla izquierda del Eresma, con una muy suave pendiente, la propia del curso fluvial, con un paisaje calmo y evocador, aunque desvirtuado en parte por los numerosos paseantes que había, propio del fin de semana. Cercanos ya al punto de salida, nos encontramos con la singular formación rocosa denominada "Colmillo del Diablo", que se atraviesa por entre dos rocas que forman una semicueva. La marcha finalizó en la terraza del restaurante Los Porrones, en Valsaín, donde Luisco había reservado mesa para todos, a la sombra, con lo que la experiencia del día se completó con gran éxito, diversión y chascarrillos propios del momento. En suma, un gran día.
